miércoles, 9 de noviembre de 2011

A base de golpes, pero APRENDIMOS.

Siempre lo tuvieron todo. No necesitaron aprender cómo conseguir las cosas porque sencillamente les llegaban solas. Se acostumbraron a mirar por encima, a creer que tener más dando menos era ser muy superior. Pero creedme cuando digo que se equivocaron. Siempre estuvieron confundidos y siempre lo estarán. Tuvieron muchas cosas, menos la razón. No supieron que no importa lo que tienes, sino lo que vales. Eso será siempre lo que nos diferencie de ellos. Y, por favor, jamás deseéis estar en su lugar. Estando así, estaréis perdidos.
Enorgulleceos, sin miedo alguno, porque vosotros aprendisteis que luchar por lo que quieres, acerca lo que deseas y, cuando lo tienes, es tuyo. Tuyo porque lo peleaste como un león y lo sufriste. Sufriste hasta que, por fin, lo lograste. Y así lo hemos hecho con todo. Hemos peleado las cosas, para hacerlas NUESTRAS. Esa es la gran diferencia entre lo que ellos creen que son y lo que nosotros somos. No tienen nada suyo y aun así hablan. Porque les oiréis. 
Si algo aprendieron bien es a hablar y desde luego a tirar a dar. Pero no dan, ya no. 
Recordar que simplemente se acomodaron en el camino, y que nosotros los pasamos como un Ferrari. Así es: estamos por delante. Conocemos nuestros límites y día tras día los machacamos, porque nos hemos demostrado que el resto, si lo has hecho bien, viene solo.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Y PUMto y final, hoy.

Supongo que hoy es un día de "montaña rusa". Empezó siendo un día más o menos ameno, en el que las cosas salían bien. La sonrisa era imborrable y la incansable gana de hacer reir iba en aumento. Mi vagón, que soy yo misma, estaba rumbo a la cima del carril.
 Ha sido una tarde lluviosa, en la que el efecto del café ha ido en descenso, como mi vagón. Termina el día, y de lo último que encuentras ganas es de hablar con alguien o de reírte. No tienes ganas, y solo suspiros llenan los minutos, que parecen no pasar. No te ocurre nada, pero te ocurre todo. Todos tenemos un límite, y quizás gasto mis fuerzas en otros y cuando las necesito para mi, ya no quedan. Sin duda alguna, así termina el día de hoy, en la caída libre de la montaña rusa en la que se convierten mis días últimamente. Supongo que el invierno está muy cerca y el frío, comienza a notarse. Echas de menos...en vez de "de más" y todo te afecta más de lo normal. Sabes que no eres todo lo fuerte que pareces, es más, no eres fuerte, al menos al final de la bajada. Acaba el día y eres lo más vulnerable y frágil que existe. Tu habitación es enorme y tú te sientes tremendamente pequeña. A tu lado no hay más que peluches, lo cual hace que te sientas un poco más sola de lo normal. Si te fijas bien, ves el final de la bajada. Sí, tu cama y tu inseparable colchón están esperándote. Desahogarse solo a veces es la mejor manera de acabar el día cuando no has encontrado ese apoyo fuera. Llorar resulta sanísimo cuando el resto de vías de escape...no están (quizás, ingenua, ni las haya). Estás cerca y, tras llegar abajo, acaba el recorrido. Gracias y hasta la próxima. Mañana, un nuevo viaje. Sí, ya tengo el billete.