viernes, 31 de agosto de 2012

Lo que mande, mi capitán.

Faltos de ilusión, de energía, de confianza... Vacíos de títulos, apartados a un rincón. Retirados del lugar que siempre debieron ocupar. ¿Vencidos? Sí, vencidos. Así es como encontró el nuevo capitán a los ocupantes del barco.

De raices portuguesas, traía consigo el deber de devolver lo que fue arrebatado. Bien sabe él que las prisas no son buenas, y que los proyectos hay que construirlos poco a poco. Con calma, pero sujetando fuerte el timón.Y así lo hizo.

Además, dio la vuelta a todo, puso patas arriba lo que aquí encontró. Y se hizo enemigos, porque defendió algo. Defendió todo en lo que creee, y nos defendió a nosotros.

Construyó una bestia. Y fue tal el esfuerzo invertido en ello, que la dejó dormir. Descansó. Pero aquello no estaba destinado a estar tranquilo, dormido. Y la bestia despertó, y arrasó. Y volvió a su sitio, por 32ª vez.


Y llegó el verano. Las ganas de saber qué era de aquella letal construcción se sentían, reconcomían. Y al fin llegó el momento, a doble asalto. Costó, la bestia seguía dormida... hasta que llegó a casa. A un lugar exigente, a un templo. Pero era el suyo, su sitio... Y el monstruo despertó. Fiel a su estilo, fiel al fútbol. Y ese equipo, esa bestia, volvió a demostrar quién "sigue siendo el rey".



Esto no ha hecho más que empezar, bienvenidos:

El capitán sigue en el barco, y la bestia está despierta.

Adelante. Viento en popa, a toda vela.


miércoles, 15 de agosto de 2012

Y tú, ¿sabes lo que es el miedo?

Resulta acojonante la facilidad con la que pueden cambiar ciertas cosas. Los cambios no siempre son negativos. Hay cambios que pueden resultar auténticos refuerzos, verdaderos asentamientos. Otros, desde luego, son nefastos.
 El problema son esos cambios que no sabremos a qué grupo pertenecen hasta pasados un tiempo. Además, cuando estamos cómodos en esos cambios da más miedo aún la espera, el tener un "qué pasará?" cada segundo. Si el cambio, si esa novedad resulta positiva, no tendremos de qué arrepentirnos. Si no es así, vendrán entonces los "y si no hubiera...". Pero lo que hacemos, debemos saber que puede tener consecuencias. El destino nos da las cartas, pero nosotros las jugamos.
Y sí, da miedo. Da auténtico pánico tener la sensación de que todo pende de un hilo que podría romperse. Y todo se agrava si además sabes todo lo que conlleva que ese hilo siga ahí, y lo que conllevaría que no estuviera. El miedo es esa sensación de no encontrarte, de dudar, de desconfiar de lo hecho y de no creer del todo en tus decisiones.

Pero ahora la partida está empezada. Solo puedes esperar, no dejar que sea el miedo quien decida por ti y confiar en que el destino puso en nosotros esas cartas por algo. Esa es la única forma de ganar, ¿no?