miércoles, 25 de julio de 2012

Aunque no puedan entenderlo


Mañana se cumplirán los primeros seis meses. Decir “medio año” quizás asusta un poco más, es como mirar un precipicio, uno en el que llevamos demasiado tiempo asomados.

Creo que jamás podré olvidar aquellos días. Cada detalle puedo verlo hoy, como lo vi entonces. Volvimos a vivir algo que ya nos había marcado antes. Sensaciones que tuvimos que afrontar, convenciéndonos de que una y no más. Y nos equivocábamos, VAYA SI NOS EQUIVOCÁBAMOS. Era otra vez a pasar por un infierno, eso sí, de nuevo no estábamos preparados para aquello. Aunque, ¿quién puede estarlo? Es imposible. Volvió esa sensación de ¿qué está pasando? ¿acaso esto es real? Volvió eso, y volvió todo. Y vuelve un rato cada día.

En aquel primer in(f)vierno me sentí perdida, me sentí golpeada. Se me iba algo sin lo que aún no había probado a no estar. Se iba aquella sonrisa, aquella forma tan nuestra de hacerlo todo. Dejaba tanto… Y se iba con él aun más, mucho más, se iba todo lo que nos tocaba vivir, ahora que por fin empezábamos a hacerlo. Y se fue, y poco a poco vamos aprendiendo a vivir así. Tres años y pico después yo sigo sin saber muy bien cómo hacerlo. Creeme Fer, lo sabes, cada día estás aquí, en mi.

Pero en aquel momento tampoco pudimos parar a tocar un poco el fondo para poder seguir. Aun había alguien que, hasta entonces, luchaba por seguir con nosotros. Allí estaba, con la lucha más dura a la que le toca enfrentarse a una persona, sí, al cáncer. Sus ganas de vivir debían ser las nuestras. Y lo fueron. Hasta que tuvimos que darnos cuenta y aceptar que debíamos disfrutar el poco tiempo que nos quedaba, que la única forma de luchar era ya sonreir hasta el final, o al menos estar juntos. Ella, mi abuela, era mi ejemplo de vida. Esa persona que lo había dado todo por los demás, por los suyos. La vida fue injusta con ella desde el principio hasta el final, pero ella a los golpes respondió con valentía, lucha y sobretodo esa sonrisa tan suya. Aun no sé muy bien, o no he sabido aceptar, todo lo que perdí aquel Abril. O no he querido. Ella fue mi todo. Me vio crecer y me enseñó cómo hacerlo. Espero realmente que esté orgullosa de mi, y que siga con esa sonrisa. Seguro que cuida de los de allí, y de los que seguimos aquí. Perdóname los fallos, supongo que no siempre supe estar a la altura. Te quiero, y te querré con todo mi corazón siempre.

Y justo entonces, cuando volvió a encenderse otra estrella en el cielo, nos tocó aprender de una vez a vivir de otra manera. No nos faltaron sustos después, pero nos mantuvimos juntos. Todos juntos. Y así seguimos día a día.

El caso, es que ya hace 182 días que volví a sentirme perdida. Que volvieron a darnos un golpe bajo. De nuevo el cielo se llevaba otra estrella. Se que se agarró a quedarse, pero tampoco ganamos esa pelea. Fue un golpe duro, que nos pilló desprevenidos y nos tiró. Nos tiró a todos.
Y yo otra vez vi cómo mi familia se tambaleaba. Si tras las otras sacudidas alguien se había puesto al frente de todo y tirado de cada uno de nosotros, había sido ella. Y se iba. Y… ¿quién tiraría entonces? ¿cómo saldríamos adelante?

Creo que nadie comprende muy bien lo que perdí yo hace 6 meses. No solo a mi “madrina favorita” como decía ella. Supongo que perdí un poco más, un trocito de mi. Perdí una sonrisa diaria, una carcajada única. Una persona que no tenía nada suyo, que era pura entrega a los demás. Ella sí que era amor. Amiga de sus amigos, madre como ninguna… Una persona a seguir, una persona que dejaba aquel día un vacío inmenso. Nadie puede hablar de ella sin sonreir. O quizás sí. Pero solo aquellos que no la conocieron, solo gente que vive feliz si el de al lado no lo es. Pero oye, que a cada cerda le llega su San Martin.

Aquí seguimos nosotros, seis mesazos después. Intentando aun darnos cuenta de que no está, porque no está. Yo la sigo sintiendo cerca. Aunque también sigo esperando su voz o verla abrir la puerta. Supongo que eso aun me consume. Pero tengo dos caras en las que aun puedo verla. Dos personitas a las que admirar. Por ellos tenemos que seguir, porque es lo que ella, donde esté, quiere.

Y lo haremos. Ya es medio año sin ti, y desde allí arriba aun nos mandas esa carcajada. Yo prometo no olvidarla. Tú bien sabes lo que compartimos las dos, las risas y las confidencias. En ti vi siempre amor hacia mi, hacia “tu otra niña”. Y eso siempre te lo agradeceré. Gracias, por darnos todo lo que nos diste, por vaciarte por nosotros. Por enseñarnos que debemos “sonreir, que hay que ser felices”.

Ahí quedó para siempre tu mensaje: SIEMPRE QUE TÚ QUIERAS. Y yo se que así es, que vendrás siempre.



Tenemos tres grandes luces allí arriba que nos guían. Y que brillarán siempre.
Os echo de menos, y eso no depende de los meses que pasen porque aquí, realmente, estáis cada día.



viernes, 13 de julio de 2012

¿Para mi? Un trozo de mi vida.

Hace algo más de un mes que perdí a un gran amigo. Quizás si más de una persona leyera la frase anterior y supiera quién es, me tomaría por loca.

Conozco a numerosas personas desde hace más de 12 años (tengo 18), y siguen compartiendo mi día a día. Sé que esos son amigos mios, y se que lo serán siempre. Pero el concepto que tengo de amistad es más amplio, tanto que probablemente mucha gente no lo entendería.

Sí, hace algo más de 30 días se fue al cielo uno de mis mejores amigos. Con él he compartido 15 de mis 18 años. Le he visto crecer y ser feliz. Sí, ser feliz. Yo miraba esos ojos sabiendo que lo era. Nunca he visto una mirada tan noble, tan verdadera. Siempre fue mi fiel compañero, siempre estuvo un peldaño por encima del resto.

 Hemos vivido inviernos fríos y calurosos veranos juntos. Podría escribir cientos de entradas contando mis anécdotas a su lado. Mi abuelo ayer mismo me dijo que ni ha visto ni verá una relación como la que teníamos. Amor puro era aquello, amor de verdad.

Hace algo más de un año, sufrió un grave problema. Un experto dijo que no se movería más, que aquello tenía un cercano y doloroso final. Pero ni él ni yo estábamos dispuestos a aceptarlo. Y allí llegué, a la puerta de su casa. Aquellos ojos me miraron de nuevo, buscando en mi la fuerza que no tenía. Y la encontró, como la encontraba siempre. Y juntos salimos adelante. Fueron unos días de incertidumbre, pero aun nos quedaban muchas carreras que darnos.

De aquí en adelante le tendré siempre en fotos. Porque mire donde mire está. En todos los capítulos de mi vida: cumpleaños, comunión, veranos, inviernos, primaveras... En todos. Y sé que desde donde esté seguirá viniendo a mi lado vaya donde vaya, como fue siempre. Además, tengo la certeza de que allí arriba hay 3 ángeles cuidando de él. Y algún día volveremos a vernos.

Y se que mucha gente será incapaz de comprenderlo. De entender que yo le sienta como puedo sentir a un amigo o un familiar. No entrará nunca en sus cabezas que yo pueda llorar siempre que siento que no está, pero que me alegre de saber que fue feliz, y en parte gracias a mi.

Yo a su lado he sido la niña más feliz del mundo, y él también lo sabe, lo supo siempre.

Aquellos ojos nunca dejarán de brillar en mi corazón y en todos y cada uno de mis recuerdos. 

Gracias compañero, y hasta la próxima.



Terry, te quiero.

miércoles, 11 de julio de 2012

Y ahora, otra vez, a volvernos del revés.

La suya fue una historia mágica. Porque otra cosa no, pero dicen que la noche del veinticuatro de Diciembre está cargada de magia. Y allí empezó todo. Dos desconocidos. Una mezcla de nervios y emoción. Él, ella y aquello que empezaba. Aquel primer beso.
Ella sentía que esa historia estaba destinada al fracaso. Y así fue a corto plazo. Y se terminó... más o menos. Pero la necesidad de sentirle, derrumbó el muro que ella había levantado para dejarle fuera. Y estuvieron juntos de nuevo, y fue ese el verdadero comienzo.
Pasaron los meses, y los besos. Y las noches. Y aquellas sábanas que conservaron su olor durante días. Ellos se querían. Cada uno a su manera. Los "te quiero" se vendían caros, no como las caricias.
Pero todo aquello se acabó. Sabina dice que "la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido". Algo parecido pasó allí.
Ellos intentaron mantener distancias cortas, pero sin acercarlas como lo habían hecho antes. Aquello pronto pudo con ella. Quiso cortar todo tipo de conexión, todo lo que tenían en común. No quería necesitarle porque ya no podía tenerle, porque no quería tenerle. Aquello no le hacía ningún bien, ya no. Y lo sabía. Se llevaba un puñado de por qués y todos los besos que se dieron. Llenó tiempo después varias copas con restos de lo que una vez hubo. E intentó encontrarle en otros besos, en otras noches. Se quedó con poco, con recuerdos, palabras rotas y algunas fotos. Quedarse con más habría sido destructivo.
Su historia dejó de funcionar cuando empezaron a saber quién era el otro. Ellos se quisieron y después se conocieron. Y era tan poco lo que tenían en común...
No sé qué habrá sido de lo que él sintió un día, solo sé que ella a veces se acuerda de cuánto echa de menos todas esas cosas que les diferenciaban, pero les unían. Ya no le necesita, probablemente porque ha aprendido a estar sin él. Y a día de hoy otro intento no valdría la pena. Está tranquila, de verdad.
Salió mal, de eso no hay duda. Quizás no eran el uno para el otro, o quizás sí pero no se encontraron en el momento oportuno.



Ella sabe que fracasaron....
...pero también que él será siempre el más bonito de sus fracasos.

lunes, 9 de julio de 2012

Recordamos para sentirnos vivos.

La RAE define “recuerdo” como la memoria que se hace o aviso que se da de algo pasado.

Creo que en este tiempo he aprendido que un recuerdo es algo un poco distinto, más complejo. Quizá la palabra “pasado”, sea la clave. Nuestros recuerdos son nuestro pasado, eso no se puede negar. Pero ¿acaso podríamos tener presente sin nuestro pasado? Creo que no. Miento, sé que no. En demasiadas ocasiones nuestro presente, nuestro “hoy” lo construyen nuestros recuerdos. A veces nos vemos incapaces de creer en mañana sin ellos. Aun no comprendo a la gente que oculta su pasado, o que se avergüenza de él, y por tanto de sus recuerdos. Somos nuestros recuerdos. Ellos son nuestros fracasos, nuestros logros, nuestras alegrías, nuestros desengaños… Nuestro todo. Es más, hay momentos en que son ellos, nuestros recuerdos, nuestro “ayer”, los únicos capaces de ayudarnos a no rendirnos ante nuestro “hoy”.




domingo, 8 de julio de 2012

Echamos de menos, porque nunca estuvo de más.

Cuando creemos que ciertas cosas tendríamos que hacerlas con alguien, y ese alguien no está, nos sentimos de algún modo incapaces de hacerlas. Sin embargo, muchas veces nos armamos de valor y lo intentamos.
Cuando empezamos, nos falta un pequeño impulso, el que nos daría la otra persona. Aun así, nos convencemos que desde donde esté nos ayuda, y nos empuja. En el transcurso, tenemos momentos en los que abandonaríamos, en los que es fácil tirar la toalla porque es lo que la cabeza te pide. Ahí aparece el corazón, para tirar de nosotros. Sentir que al menos, desde algún sitio, estarán orgullosos de nosotros nos mantiene en pie.
Sentimos o, más bien, estamos convencidos de que cuando terminemos de hacer lo que un día decidimos que no haríamos solos pero nos ha tocado, dejaremos de estarlo. Y llegarán las sonrisas por haberlo logrado, por haber llegado al final sin haberse rendido. Y por dejar de estar solos.

Y un ejemplo de esas cosas que nos ha tocado aprender a hacer solos es, sin duda, vivir.

sábado, 7 de julio de 2012

Summertime.

Han pasado demasiados meses desde la última vez que entré aquí. Siempre había sentido una necesidad increíble por escribir, por hacer de ello mi vía de escape. Desde hace un tiempo he perdido eso, esas "ganas". Pero verano nuevo, vida nueva. O vida de antes, la que era la mía.
Han pasado un montón de cosas en estos meses:
Acabé mi etapa de instituto, todo aprobado. Y llegó la temida selectividad...y pasó, y gané la partida.
El Madrid se hizo de nuevo con la Liga, y mi amor por Mou y su trabajo sigue creciendo. Ah, y no diga fútbol, diga Karim.
Nuestra temporada también se terminó. Ha sido un año complicado, pero el que próximamente empezará promete.
Lo demás sigue donde ha estado siempre. Y a los que no veo, los sigo sintiendo con fuerza.
Llega el verano y el tiempo libre. Y voy a pasarlo sin planes, haciendo lo que surja. Las cosas que se planean, son las que pueden salir mal.
Lo he empezado disfrutando unos días de mi futura ciudad, de Salamanca. Han sido unos días diferentes, desconectados... y sin planear. Tanto el viaje como los "planes" del día han sido improvisados. María a veces tiene una patada en la cara, pero es única. Y la voy a echar de menos este mesecín. Solo espero no tener que ir a buscarla a ningún tiburón. Eso sí, una de las cosas que he aprendido es que el año que viene me mirarán raro allí, porque me niego a sentarme en escaleras y no en la hierba. Y a ella también, porque tendré que "agotarla" muchos días. Todo han sido sonrisas, creo que no podemos entendernos mejor. Y ahora menos, ahora que nuestro OUR es completo. No había escrito sobre ella, pero porque nunca ha hecho falta decir nada: EMEGÉ's.
En definitiva, el verano no podía haber empezado mejor.
Bienvenido Summer, adelante.
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