Quizás
es el olor a turrón, aquel que tanto te gustaba, o la falta de aquel Belén que
desde niña vi año tras año, y que ya no veré (cosa que voy asumiendo, ¡en serio
eh!). Quizás es solo hoy o quizás es siempre. No imaginas lo que daría por
tenerte aquí de nuevo, creeme, todos los regalos del mundo, todos. Los paseos
estos días no son los que querría. ¿Sabes cual es el que quiero? El que sería
contigo, como lo fue durante 15 años. Y lo quiero hoy, que vengas a contarme lo
pequeña que me ves desde ahí arriba, como me veias siempre. Tu pequeña, tu
niña. Que en estos días que el mundo corre, vengas y lo pares, como solo tú lo
hacías. Volver a ser mi confidente, “mi amiga”…Tú me enseñaste que soñar no
cuesta nada, y si estés donde estés lees esto, verás que lo he aprendido.
Me
aferraré a un deseo “menos imposible”, aunque empiezo a pensar que ya es una
realidad. A tu compañía, ahora a tu manera, pero incesante como lo fue siempre,
como lo es y será. Porque las calles se llenan de luces, pero he de decirte que
sé que mi luz eres tú. No en forma de árbol ni de estrella, pero si con el
brillo que a mi me ilumina calles enteras cuando piso en ellas, que ilumina la
casa, que ilumina cada espacio de mi habitación y que me ilumina a mi, para
mirar de otro modo el día a día.
Que tu luz siga encendiendo en mi aquello que
a veces olvido, tu fuerza, tus ganas de vivir y tu manera de mirar al mundo.
Siempre me ha resultado más fácil ver las cosas a través de tus ojos, de su
luz, de la tuya.
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